miércoles, 27 de febrero de 2013

Hasta siempre, Mixa




Qué dificil es escribir cuando las lágrimas nublan la mirada...

Son lágrimas de dolor, de pena, pero también de amor y agradecimiento. Enriqueciste cada segundo de nuestras vidas, y ahora te toca irte, no sé a dónde... quiero creer que de verdad existe ese arco iris del que todos hablan, y donde estan todos nuestros seres queridos de cuatro patas... aunque prefiero pensar que, como todo ser vivo y con alma, tienes que partir para evolucionar, para seguir el camino que a tu espíritu fuerte y generoso le toque transitar.

Apareciste en nuestra vida sin pensarlo, una gatita chiquitina e indefensa que siguió a nuestro hijo y no se rindió hasta lograr que él la trajera a casa. No te esperaba, que va... ni siquiera tenía especial preferencia por los gatos. Tú me hiciste conocerlos y quererlos, gracias a ti pude repartir un poquito del amor que me diste, que fue mucho y alcanzó para todos los que conocí en estos años once años y medio que viviste a nuestro lado.

Tu inteligencia siempre fue mas allá de lo común... he conocido muchos, muchos de tu especie, pero ninguno tan intuitivo, tan sabio como tú. Lo entendías todo, lo intuías todo. Fuiste mi paño de lágrimas y muchas veces el único testigo de mi llanto. Perdóname Mixa, por cargar en tus frágiles espaldas mi pena en algunos momentos difíciles que me tocó vivir. Tu ronroneo tranquilizador transformaba mis lágrimas en una sonrisa y entendía, sin palabras humanas, que me estabas diciendo: "Calma, todo pasará". Si en realidad los gatos transforman la energía negativa en positiva, tú lo hacías con creces... perdóname por cargarte con esa energía negativa que no merecías... nunca sabré si eso fue lo que hizo que tu salud mermara, y por ello te pido perdón, una y mil veces.

Gracias por todo lo que nos diste, gracias por tus maullidos, tus ronroneos, tus andares elegantes, tu embarazo, tu parto, tus gatines a los que disfrutamos, gracias por tu paciencia, gracias por esas carreras a lo largo del pasillo cuando te apetecía jugar, la manera que tenías de sentarte al lado de tu plato para reclamar comida fresca, tu manera de comunicarte solo con la mirada, y hasta por tus enfados cuando nos dabas la espalda para demostrar que pasabas de nosotros, y tu cabezonería al no aceptar un no como respuesta. Gracias mil veces Mixa.

Mixa... mi gata sabia, mi niña en cuerpo de gata, nos dejas en casa a tres pedazos de tu corazón y de tu alma. Nos dejas todo tu amor... te llevas todo nuestro amor.

Hasta pronto, mi Mixina.