jueves, 27 de junio de 2013

¡Ay, que me secuestran!


Ha pasado mas de un mes, pero como dije en mi anterior post, "no news, good news".

Y en esta ocasión, las "good news" vinieron de parte de mi marido, en forma de una alegre y amorosa sorpresa.

Bueno, vamos con la historia... una cosa más que contarle a mis nietos.

Sábado, 7.30 de la mañana, me despierta para ir a dar un paseo... (vaya horas), que nos íbamos a pasar el día a un balneario relativamente cercano. Yo que no había dormido bien la noche anterior, me levanté a duras penas, y como saben los que me conocen, basta que me pongan dentro de un coche y que el viaje dure más de 10 minutos para que empiece a roncar como una marmota.

Lo dicho, me quedé dormida, me desperté en un sitio lejano donde sirven unos bocatas de morirse... ¡a tres horas de camino!. "Vaya capricho -le dije- venir hasta aquí para un bocata". Luego volvimos a partir supuestamente hacia el balneario, y claro, me volví a dormir... y al abrir los ojos leo "Túnel de Guadarrama", seguido de "Comunidad de Madrid". Vamos, ¡secuestro en toda regla!.

Todo esto, compinchado con dos grandes personas y grandes mujeres. Dos "Elenas" con quienes compartí momentos que no se me olvidarán. Una de ellas, alojándonos en su casa y enseñándonos las maravillas de la ciudad que nos habían quedado pendientes de una visita anterior. La otra, compartiendo con nosotros lugares que ni en mis mejores sueños imaginé conocer. Permitidme que por discreción, no los mencione.

Desde aquí mi más grande agradecimiento a mi Elena anfitriona, que nos recibió en su casa con cariño, a pesar del poco tiempo con que fue avisada de nuestra llegada, y mis sinceras disculpas por la interrupción involuntaria de su pacífica rutina, aunque sé que su cariño pudo más.

Cómo no, a mi Elena guía turística, a la que volví a ver luego de varios años, con la grata sensación de haberla visto hace pocos días, lo que demuestra que el aprecio sincero trasciende la distancia y el tiempo.

A mi marido... por el amor que pone en todo lo que hace, hacia mi y hacia todo lo que le rodea.

Ah, y a mi hijo, que también estaba en el ajo, y se quedó cuidando de la casa y de los mininos.

Vuelvo a mi agradable retiro hogareño, con esa luz que me acompaña siempre que es el amor de mi marido y de mi hijo, y con ese cariño con el que me habeis llenado este fin de semana.

Me siento afortunada. No hace falta más.